A punto de cumplirse el primer aniversario de su trágico fallecimiento, nosotros, quienes tuvimos el placer de conocerlo, nos permitimos recordar al “Pato” González de la mejor manera.
Indagamos entre amigos de Patricio y ellos prefieren recordarlo en diferentes facetas representativas de su vida, manteniendo firmemente el reclamo de mejores condiciones de trabajo para los auxiliares de pista, tarea con la que encontró la muerte.
Pato periodista de Rally.
Trabajó apasionadamente en coberturas periodísticas como puesto al final de cada Prueba Especial de Rally. “Era super emprendedor y entrador a la gente como pocos, jamás te podrías enojar con él, de esa manera en muy poco tiempo se convirtió en ‘el bandido del rally’” dijeron.
Pato futbolista.
Se destacó como goleador defendiendo los colores de varios clubes uruguayenses. Su desempeño en cada campo de juego lo hizo forjar lazos de amistad con ocasionales adversarios y obviamente también con quienes compartía plantel.
Hijo de Lidia (fana del tricolor, Rivadavia) y de Hugo (fana del Taita, Almagro), Pato jugó en ambas instituciones en campeonatos locales, pero con Almagro integró la nómina del Campeonato Argentino.
“Los vestuarios con pato se disfrutaban; te iba mal y era quien te levantaba y si te iba bien tenías que tener cuidado porque se tornaba entretenido y hasta peligroso jajaja” destacaron.
El 4 de mayo de 2019 sorprendió a su amigo “Tortu” Garnier, regalándole su camiseta número 9 de Rivadavia como agradecimiento por haberlo sumado a las transmisiones de Rally.
Pato Director de Batucada.
Otra de sus pasiones fue la batucada, ámbito al que también llevó su alegría y sus ganas de disfrutar del ritmo y la pasión de esta actividad.
Así lo hizo en Concepción del Uruguay, Gualeguaychú y otras ciudades con fuerte raigambre del carnaval.
Pato Auxiliar de Pista (Banderillero).
Los fierros eran otra de las pasiones de Patricio. Trabajando en la fecha apertura del TC Mouras 2020 en el Autódromo de Concepción del Uruguay, su ciudad, halló el final trágico a su vida.
Ser parte del mundo del automovilismo a Pato lo enorgullecía, pues al integrarse al cuerpo del Autódromo también se lo veía realmente feliz.
Brindarse para los pilotos, para el público y para sus compañeros de trabajo hizo que lo aceptaran rápidamente por su responsabilidad además de la transmisión de alegría que generaba.
Hizo escuela como “aprendiz de banderillero” junto a una de las leyendas del autódromo local, Miguel Caló. El lo describe como “buen compañero, voluntarioso, sin pereza, siempre dispuesto a aprender”.
“El “Pato” González dejó una huella muy marcada, no lo olvidaremos jamás“ continuó Miguel.
“Ojalá las autoridades correspondientes tengan la suficiente claridad intelectual para “cuidar bien y mejor” a quienes son “los ojos de los pilotos”, porque los banderilleros somos la referencia que necesita ver cada uno de ellos desde su butaca“.
“Nuestras familias saben del disfrute que representa para nosotros el ir al Autódromo pero no pueden evitar sufrir cada vez que salimos a cumplir con nuestros trabajos“ concluyó.