Abel Antivero, uruguayense de nacimiento y radicado en Islas del Ibicuy, allá en el sur de la Provincia de Entre Ríos, es profesor de historia, escritor, recopilador e investigador.

Despuntando sus pasiones, y como excelente profesional docente que es, fue atrapado por las vivencias de los lugareños en las tristes horas de diciembre de 1990, tiempos en los que se desarrolló un levantamiento “carapintada” en Gualeguaychú.

Con estas experiencias de vida, “Pachi” -como se apoda a Abel- fue dando forma a “La última batalla”, su más reciente libro que a continuación comentamos.

Síntesis.

La publicación destaca los convulsionados sucesos ocurridos el 3 de diciembre de 1990 en Buenos Aires y Entre Ríos, día en el que las afueras de Gualeguaychú tuvieron una auténtica batalla entre facciones del Ejército con la participación de la Fuerza Aérea.

Para entender esto hay que analizar cómo nacen los “carapintadas”. Su origen, al que Antivero lo ubica en la guerra de Malvinas, toma forma en la Semana Santa de 1987 cuando el actual Presidente de la Nación, Raúl Alfonsín, tuvo que ir a negociar la rendición de este grupo armado a Campo de Mayo, lugar donde se habían levantado.

Luego vendrían las rebeliones militares de Villa Martelli y Monte Caseros en 1988, y el copamiento al Regimiento de Infantería de La Tablada por parte de un grupo guerrillero en enero de 1989, hecho que también tendría influencia en lo sucedido a finales de 1990.

En ese agitado Diciembre -uno más en nuestra historia-, el ex Coronel Mohamed Alí Seineldín, actualmente preso en San Martín de los Andes, lideró una rebelión militar que implicó robo de tanques, camiones y otros vehículos de las guarniciones militares de Villaguay y de Concordia por parte de militares sublevados contra el orden constitucional, los que se encaminaron a Buenos Aires para sumarse a la toma de otros lugares copados por los rebeldes.

Al llegar éstos a Gualeguaychú se toparon con los efectivos de la guarnición de esa ciudad que habían recibido la orden de reprimir y bloquear el paso sobre el puente a la altura del arroyo Gualeyán, que fue detonado por efectivos del batallón de Ingenieros de Concepción del Uruguay.

Todo esto ocurría mientras que otro grupo de militares rebeldes robaron vehículos de vialidad provincial en Paraná para esperar la columna rebelde en Ceibas que terminó bombardeada por fuerzas de la guarnición de Gualeguaychú. En horas de la tarde intervino la fuerza aérea sobrevolando las afueras de esta ciudad y bombardeando a los tanques carapintadas para apurar su rendición.

El saldo nacional de la jornada: trece muertos, entre ellos el conscripto Javier Gómez, oriundo de Gualeguay, que fue ultimado en la Ruta 14 por la columna carapintada.

El libro también hace una referencia sobre qué pasó después con los protagonistas de esa jornada.