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Educación

ESCUELA EDUCACIÓN TÉCNICA N° 3 «Dr MIGUEL ANGEL MARSIGLIA»

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Institucionalmente la EET N° 3 Dr Miguel Marsiglia de Concepción del Uruguay da todas las batallas pedagógicas y de proyectos praa trascender en la sociedad y haciendo trabajos con alto impacto social que SON VISIBLES a los ojos del poder ciudadano y público. Afirmación de nuestra parte que no es ingenua, sino que sostenemos la necesidad imperiosa de dotar de la infraestructura de calidad a esta Escuela Técnica. Por cuestiones burocráticas no se realiza el traslado a las nuevas instalaciones.

Trabajar en los talleres donde se aprende haciendo, con los fundamentos integradores de los diferentes espacios curriculares de los planes de estudio, son la premisa.

Alumnos y personal de la EET 3, llevan años realizando trabajos que han sido reconocidos por el ambiente educativo y político.

Días atrás de conoció la iniciativa de reutilizar hoverboards en desuso, para darle movilidad eléctrica a las sillas posturales, permitiendo que personas con discapacidad motriz con pocos recursos tengan acceso a las mismas.

Se involucra el diseño de piezas con solidwork, prototipado de piezas en impresoras 3D, fabricando las mismas y su montaje, reprogramado del matherboard de los hoverboard que permita su control por medio de joystick.

Así, se transforma una silla postural de tracción manual en una silla de tracción eléctrica controlable por el usuario.

También ha trascendido la creación de «ADAPTER CDELU», un emprendimiento que se dedica al servicio de adaptación de automóviles para uso de personas con discapacidad motriz.

Todo comenzó con un trabajo junto a la fundación Junior Achievement International en el marco de las prácticas profesionalizantes en el ciclo lectivo 2022 y continúa.

Para llevar adelante este proyecto los estudiantes guiados por los docentes, ponen en práctica lo aprendido en las diferentes materias y talleres de la escuela, diseñando con la utilización de herramientas como Solidwork, prototipando en impresoras 3D, fabricando y adaptando las piezas del automotor que permiten modificar el sistema de comandos originales de un automóvil. Así lo transforman en uno que posibilita al usuario del vehículo, utilizarlo con sus limitaciones motrices. También para la gestión del emprendimiento ponen en juego saberes vinculados a lo económico y financiero.

Las personas que necesitan del servicio se acercan a la escuela o nos contactan por las redes sociales, los estudiantes relevan las necesidades del interesado y en base a ello, diseñan y desarrollan las adaptaciones necesarias.

Jorge Isgleas, jefe de Taller, explicó que estos proyectos institucionales se llevan adelante aplicando aprendizaje basado en proyectos como metodología de manera transversal en la carrera de Técnico en Automotores.
«Es muy importante además de formar a los estudiantes en lo técnico específico, concientizar acerca de la inclusión a partir de la puesta en práctica de conocimientos aprendidos en la escuela, brindado calidad de vida a quienes tienen capacidades diferentes», puntualizó el jefe de taller.

Isgleas apuntó que junto a los estudiantes crearon este proyecto teniendo en cuenta que «hay pocos talleres que brinden este servicio y teniendo en cuenta que hay muchas personas que necesitan adaptación en su vehículo de acuerdo a su discapacidad». Valoró que es «un servicio personalizado que brinda una importante herramienta a quienes lo necesitan».

¿ Y PARA CUÁNDO EL TRASLADO AL NUEVO EDIFICIO ?

Todo parece indicar que no se arriba a ningún acuerdo viable entre la administración Frigerio y la empresa Traza, a la que se estaría adeudando una suma de varias centenas de millones de pesos, pago que no habría realizado la Provincia de Entre Ríos cuando Gustavo Bordet fue Gobernador en su último mandato.

El 15 de mayo pasado publicamos en este mismo espacio una nota sobre este particular, a la que se puede acceder mediante el link https://3260.com.ar/web/escuela-tecnica-marsiglia-sin-clases-presenciales-y-las-politicas/

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Educación

TALLER DE PREVENCIÓN DE LESIONES EN DEPORTES

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La Facultad de Ciencias de la Salud invita a estudiantes de todas las carreras a participar de esta instancia de formación e intercambio orientada a la difusión y concientización sobre el cuidado corporal en el ámbito deportivo.

Será dictado por el Magister Gregorio Etcheverry, el próximo martes 26 de agosto de 2025, desde las 18:00 hs en el  Polideportivo Facultad de Ciencias de la Salud de UNER- sede Concepción del Uruguay en Modalidad presencial.

Objetivos del encuentro:

* Brindar herramientas para identificar y prevenir las lesiones más frecuentes en la práctica deportiva.

* Promover hábitos de entrenamiento seguros y saludables.

* Reflexionar sobre los factores de riesgo y las estrategias de intervención temprana.

El taller abordará temas como:

* Lesiones más comunes en el deporte

* Factores de riesgo y estructuras más afectadas

* Tratamiento inicial ante una lesión

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Educación

CALCULADORA DE HUELLA DE CARBONO

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¿Qué es la huella de carbono? Es la cantidad total de gases de efecto invernadero (principalmente CO2) que generamos directa e indirectamente con nuestras actividades diarias. Se mide en toneladas de CO2 equivalente por año. Calcularla nos da cuenta del impacto ambiental y entender que todos contribuimos al cambio climático (aunque no es lo mismo una industria que los civiles).

Las universidades nacionales no solo tienen el rol de formar profesionales en disciplinas esenciales para el crecimiento de la sociedad, sino que son productoras de conocimiento. En ese sentido, desarrollan novedosos sistemas para resolver problemas ambientales, por ejemplo. Eso es a lo que apunta la Facultad Regional de San Francisco, ciudad de Córdoba, de la Universidad Tecnológica Nacional (o UTN) con una calculadora de huella de carbono que puede usar cualquier habitante local.

Un equipo de la Licenciatura en Administración Rural trabajó junto al Grupo de Investigación Observatorio de la Empresa Agropecuaria y el Laboratorio de Estadística DataStatLab para desarrollar un método sencillo que permite a cualquier persona estimar su impacto ambiental a través de un formulario web.

Cómo funciona la calculadora

Al formulario se accede a través de internet y puede completarse de cinco a diez minutos si se cuenta con los datos a mano. Se solicita información básica sobre consumos domiciliarios (como energía eléctrica, gas, agua), tipo de dieta, medio de transporte, generación de residuos y características de la vivienda. Todos estos datos reflejan las particularidades de la comunidad local, lo que permite obtener un diagnóstico más preciso y útil para los usuarios.

Una vez completado, el sistema calcula la cantidad de emisiones generadas por cada persona y compara el resultado con el promedio nacional. Luego, representa gráficamente esa huella en una suerte de «mapa urbano», donde se ilustran las hectáreas de bosque necesarias para compensar dichas emisiones.

La huella de carbono se representa como una cantidad de manzanas urbanas, que como dijimos, serían las necesarias para absorber las emisiones generadas. Las que alcanzan para compensar el promedio se muestran en verde; las que superan ese límite, en rojo. Esta representación busca hacer visible el impacto ambiental individual y funcionar como un disparador para el cambio de hábitos.

El próximo paso será iniciar la recolección de datos y, en 2026, se comenzarán con los análisis estadísticos que permitirán identificar patrones de consumo y contaminación, fundamentales para diseñar estrategias de mitigación más efectivas en la región.

Fuente: Fernando Villalba

El equipo tras el proyecto. El Ing. Gustavo Boglione, Director del Grupo de Investigación OEA, la Ing. Laura Rivara, Integrante del Laboratorio de Estadística, y el estudiante de Ingeniería en Sistemas Santino Arroyo.

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Educación

CUIDAR LAS PALABRAS Y HACER EL BIEN AUNQUE NO SE NOTE

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La necesidad de captar la atención en el «mar revuelto de la opinión pública» ha propiciado una dinámica en la que «la gresca» tiene premio. Más no estamos condenados a dejar que la mentalidad utilitaria se imponga sobre la integridad.

A la máxima “grita más y te harán más caso”, se le puede oponer otra más luminosa: “Cuida las palabras y haz el bien, aunque no se note”.

En su libro La sociedad de la intolerancia, el politólogo Fernando Vallespín dedica un capítulo a analizar las transformaciones sufridas por el espacio público como consecuencia del tsunami digital. Quizá el rasgo que las resume todas es que nuestra conversación pública se ha vuelto caótica, desorganizada.

¿En qué consiste el desorden? Básicamente, en que ya no hay filtros de entrada ni una selección de temas cuidadosamente pensada. Gracias al móvil, “cada cual puede hacerse presente en todo momento, en cualquier debate” y “a través de todo tipo de canales”. El resultado es una cascada rapidísima de tuits, memes, gifs…, que hacen de la conversación pública un “no-territorio del que ya apenas podemos salir”, una sucesión de mensajes descontextualizados que “lo atraviesa todo”.

En este espacio público desorganizado, donde cada vez hay menos tiempo para pensar, leer o escuchar, cunde el pánico entre los comunicadores. “Bajo las condiciones de esta economía de la atención, el énfasis debe ponerse (…) en la capacidad para generar impacto”. De aquí surge una retahíla de incentivos perversos que van deteriorando la calidad del debate público: ¿para qué demorarse en el cuidado de las palabras, la selección de argumentos o la búsqueda de matices, si lo que da puntos es “la contundencia en las opiniones”, “la descalificación visceral” o las “actitudes polarizantes”?

La moderación como lastre

La suposición implícita en quienes aceptan estas reglas de juego es que la moderación estorba e impide llegar al mayor número posible de gente; es un lastre para la eficacia. Un ejemplo paradigmático de esta mentalidad lo ofrecen estas declaraciones del entonces diputado, ex presidente de Brasil Jair Bolsonaro, en una entrevista en 2011: “Sin contundencia, no te escuchan. Tenemos excelentes parlamentarios que explican sus ideas de forma educada y, por eso, no encuentran eco en los medios”.

Pero el problema no viene solo de los populistas de derechas. En no pocos medios de izquierdas conviven valiosas tribunas que critican la estereotipación del rival con noticias que despachan “la” etiqueta a diestro y siniestro: “ultraderecha”, “ultraconservadores”, “ultracatólicos”… En vez de reservarla para los verdaderos extremistas, se endosa a todo lo que se mueve en el lado de los tenidos por antiprogresistas, normalizando así la idea de que toda visión del mundo que se desvía de la propia es fanática e ilegítima.Se comprende la preocupación por captar la atención en este oleaje de pasiones. Pero la eficacia no es el único valor que importa en la comunicación pública. Por delante van la veracidad, la integridad, la buena fe…

Hay integridad en la decisión de renunciar a las palabras deliberadamente hirientes y a las faltas de respeto. Hay integridad en el empeño por tomarse en serio los argumentos del rival y de resumirlos del mejor modo posible. Hay integridad en dedicar tiempo a investigar unos hechos para elegir el adjetivo adecuado. Hay integridad en el esfuerzo por explicitar los significados de las palabras más discutidas en la opinión pública. Hay integridad en la renuncia a montar una “polémica” donde solo hay un desacuerdo legítimo de opiniones, etc.

Ninguno somos impecables, pero no por eso tenemos que renunciar a perseguir y proponer el ideal que nos haga mejores. Tampoco esto nos obliga a abdicar de nuestras convicciones, ni de una apasionada (y necesaria) confrontación de ideas. El ideal tiene que ver con el respeto y con la determinación de que las palabras que dependen de cada cual no contribuyan a ensuciar el espacio público.

El poder curativo de las palabras

Un contraejemplo de la regla “grita más y te harán más caso” es el que ofrece la escritora Irene Vallejo, quien se ha convertido en un fenómeno literario a base de cuidar el lenguaje y de tomar a sus lectores por personas inteligentes. De todos modos, sus escritos dejan claro que no le preocupa tanto la eficacia como la integridad y el buen hacer.

“Tengo confianza, casi diría una fe ancestral, en la palabra”, decía en una entrevista. “Creo que es muy importante cómo se dicen las cosas. El problema no son tanto las opiniones, sino la manera muchas veces agresiva y violenta con la que se utiliza el lenguaje. (…) He intentado hacer de esa reflexión una divisa: el cuidado, el respeto al que me habla, la elección cuidada de las palabras para que no haya agresividad”. Y, con visible optimismo, añadía: “Esa forma de respetar a quien nos dirige la palabra al final acaba siendo más contagiosa de lo que creemos”.

 Nos regala una perla final: “Mi abuelo paterno decía una frase que se me ha quedado marcada: ‘El bien no se nota’. Era una persona muy cuidadora, evitaba el daño de la gente, aunque ellos no lo llegaran a saber. Decía: ‘El mal es ruidoso, el bien no se nota porque no chirría’. Ahora hay mucha gente que está haciendo el bien que no suena, y quizá tendríamos que mirar alrededor para observar cuántos están haciendo esfuerzos para que las cosas funcionen”.

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