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Cultura

Santa Anita cumple 122 años

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Santa Anita fue fundada por el Reverendo Padre Enrique Becher junto a colonos alemanes del Volga, el 14 de julio de 1900. A la fecha ha experimentado cambios importantes, que la ubican, dentro de las pequeñas localidades de la provincia como una de las de mayor progreso y avance.

Esto está reflejado en primer lugar, en obras que han mejorado su fisonomía como ser: la nueva avenida de acceso de 1 kilómetro de extensión, la plaza central con un diseño original y moderno, que lleva el nombre de «Plaza Del Inmigrante» en memoria de todos aquellos que anónimamente trabajaron para fundar esta localidad, el estado de sus calles de ripio cuidadas y limpias, los desagües pluviales, el servicio cloacal que cubre al 99% del pueblo, la nueva forestación de sus calles y el edificio municipal. Entre todo esto nuevo que emerge, está su Iglesia centenaria, Cristo Rey, verdadero monumento a la fe, levantada por su fundador y los primeros colonos.

Santa Anita, junto con San Miguel Arcángel de la provincia de Buenos Aires, otra colonia de alemanes del Volga, son las dos localidades de Argentina que más religiosos de la Iglesia Católica han dado al país.

Además, Santa Anita tiene una muy buena infraestructura para la práctica de deportes, un gran polideportivo municipal y a su vez su único Club Centro Deportivo “El Porvenir” que cuenta con excelentes instalaciones. En el mismo se encuentra el “Recreo Municipal” con piletas semi profesionales para adultos y niños, parrillas, espacios verdes para la recreación e infraestructura que ofrece realizar campamentos.

A pocos metros del pueblo se inaugura en el año 2012 el Balneario – Camping Municipal. Éste se encuentra en un predio de 8 hectáreas atravesado por un arroyo. En él se creo una playa artificial, se construyeron sanitarios, proveeduría – comedor, asadores, circuitos de caminatas, canchas para practicar distintos deportes, juegos, una huerta orgánica que ofrece verduras frescas para la localidad y una laguna para piscicultura “Pesque y pague”, pionera en la provincia de Entre Ríos.

Atractivos:

Fiesta de la Trilla: Cada 8 de diciembre se realiza en la localidad este evento, donde se muestra al público cómo trabajaban la tierra los antepasados con las mismas máquinas agrícolas, y que hoy se encuentran en funcionamiento y en perfecto estado.

Iglesia: Templo parroquial inaugurado para la Navidad de 1913 es una obra arquitectónica digna de conocer. Posee dimensiones monumentales y una mezcla de estilo Gótico y Romántico, en este último tiempo se restauraron todos sus vitrales, se pintó todo el interior y se cambio el piso en su totalidad. 

Otros atractivos son el «Balneario Municipal», la «Plaza del inmigrante», «Recreo Municipal» entre otros además de «Pileta y camping».

Fuente: https://www.santaanita.gob.ar/

Cultura

FLORENCIO MOLINA CAMPOS «EL PINTOR DE LOS GAUCHOS»

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Florencio de los Ángeles Molina Campos nació el 21 de agosto de 1891 en la ciudad de Buenos Aires. Es el segundo hijo de los diez que tuvo el matrimonio de Florencio Molina Salas y Josefina del Corazón de Jesús Campos y Campos.  Molina Campos murió el 16 de noviembre de 1959 en su ciudad natal.

Las estampas de Florencio Molina Campos son un valioso recurso para acercarnos a la tradición. Sus pinturas permiten conocer las costumbres de los hombres del campo de una manera natural, graciosa y tierna.

Florencio Molina Campos (1891- 1959)

En la obra de Molina Campos los protagonistas son el paisano, el caballo y la llanura vacía. En ella logró registrar gráficamente las actividades y costumbres de los hombres del campo argentino en sus tareas más cotidianas y reiteradas, rescatando de ese modo una manera de vivir y resguardando la tradición y el folclore de nuestra tierra.
Su pasión por el campo nació en su niñez, cuando pasaba las vacaciones junto a su familia en La Estancia «Los Ángeles» en el Tuyu, provincia de Buenos Aires. Esa pasión creció entre los años 1905 y 1907, cuando vivió en la estancia «La Matilde», en Chajarí (E.R). En ese período de su adolescencia, aunque su familia tenía casa en Concordia, prefería permanecer en la estancia, con la gente del lugar, visitando puestos, ayudando en las tareas rurales y aprendiendo el arte de aquellos hombres.

Esos años felices se interrumpieron en 1907 con la muerte de su padre. De allí en adelante el campo comienza a convertirse en nostalgia que volcará en pinturas que representan escenas camperas que lo harán famoso. Gracias a su poder evocador perduran los rasgos de los paisanos que conoció en su infancia: posturas, gestos, vestimenta, tareas, divertimento, costumbres del gaucho, en la intimidad de los ranchos o en la inmensidad de la llanura sin agricultura.

Cesáreo Bernaldo de Quirós decía de él: «Solo, sin academias ni maestros, traduciendo esa verdad que llevan los predestinados, fue contando Molina Campos todo lo que sabía y había percibido en el campo abierto, en el “rodeo”, en las “fiestas”, en la “pulpería”, y en ese enorme conocimiento de “pilchas” y sus nombres, y pelos y marcas de “montados”… Así fue plasmándose ese personaje suyo, el gaucho: el Gaucho de Molina Campos

En sus imágenes predomina lo risueño con un aire al mismo tiempo inocente y bárbaro, ingenuo y socarrón. Más allá del realismo, percibe lo peculiar y capta las fisonomías que acentúa y exagera con humor. Logra así representar el mundo del gaucho y su vida cotidiana en un clima risueño. A juicio del académico de Bellas Artes y conocido crítico Córdova Iturburu, «el artista veía al gaucho como el gaucho se veía a sí mismo. No era el gaucho del poeta o del historiador o del narrador fantasioso. El secreto del inusitado éxito de Molina Campos en los medios rurales del Río de la Plata reside en su identificación absoluta con el hombre de esos medios. Los mira con los ojos con que se miran ellos y los considera con su mismo espíritu entre burlón y afectuoso. Su risa es bondadosa. Es risa de comprensión y cariño».

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Cultura

DIA DE LA TRADICIÓN

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El 10 de noviembre se celebra el Día de la Tradición en Argentina. Aunque en el país podemos reconocer distintas tradiciones de la cultura nacional, como el mate, el tango, el fútbol o el asado, entre otras, la fecha hace referencia a quien se considera un exponente de la identidad argentina: José Hernández, el autor de la icónica obra de literatura gauchesca, el Martín Fierro.

“El Gaucho Martín Fierro” es un poema narrativo con 2316 versos y 13 cantos, publicado en 1872, que representa los hábitos, costumbres, valores, sufrimientos y experiencias de vida de los gauchos que habitaron las tierras del país. Relata la historia del gaucho payador Martín, obligado a incorporarse al Ejército, del cual huye para convertirse en un gaucho matrero, fuera de la ley y lejos de la opresión e injusticia a la que era sometido. Cuenta, además, con una continuación, titulada “La vuelta de Martín Fierro”, escrita en 1879.

El Martín Fierro inmortalizó al gaucho, un personaje que representa el espíritu libre, independiente y trabajador de los habitantes de las pampas argentinas, y una figura central de la cultura argentina. Por tal, se la considera una obra literaria cumbre del género gauchesco.

(…) Jorge Luis Borges ha dicho sobre el Martin Fierro: «tan pendiente siempre de los artificios, quizás porque a su propio sistema literario le convenían: “El poema entero está escrito en un lenguaje rústico, o que estudiosamente quiere ser rústico”. En ese adverbio de modo que subrayo se asienta la definición de la gauchesca, que es un género de letrado que imposta como natural la voz del gaucho. Y si es cierto que todo escritor gauchesco ha captado las conversaciones concretas de peones de campo, carniceros o galleros, hay que percatarse de que “el género es la alianza entre una voz oída y una palabra escrita”

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Cultura

LA VUELTA AL HOGAR

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Poema de Olegario Víctor Andrade, aquel poeta entrerriano nacido en Gualeguaychú el 7 de marzo de 1841. En dicha ciudad efectuó sus primeros estudios y posteriormente cursó en el Colegio Nacional del Uruguay, cuyas aulas compartió con Wilde y Roca, aunque no concluyó su bachillerato.

Su vasta obra literaria incluye entre otros tantos el poema «LA VUELTA AL HOGAR»

Todo está como era entonces:
La casa, la calle, el río,
Los árboles con sus hojas
¡Y las ramas con sus nidos!

Todo está, nada ha cambiado:
El horizonte es el mismo
Lo que dicen esa brisas
¡Ya, otras veces me lo han dicho!

¡Ondas, aves y murmullos
Son mis viejos conocidos,
Confidentes del secreto
De mis primeros suspiros!

Bajo aquel sauce que moja
Su cabellera en el río,
¡Largas horas he pasado
A solas con mis delirios!

¡Las hojas de esas achiras
Eran el tosco abanico,
Que refrescaba mi frente
Y humedecía mis rizos!

Un viejo tronco de ceibo
Me daba sombra y abrigo,
¡Un ceibo que desgajaron
Los huracanes de estío!

Piadosa, una enredadera
De perfumados racimos.
Lo adornaba con sus flores
De pétalos amarillos.

El ceibo estaba orgulloso
Con su brillante atavío,
¡Era un collar de topacios
Ceñido al cuello de un indio!

Todos, aquí, me confiaban
Sus penas y sus delirios:
Con sus suspiros las hojas,
Con sus murmullos el río.

¡Qué triste estaba la tarde
La última vez que nos vimos!
Tan solo cantaba un ave
En el ramaje florido.

Era un zorzal que entonaba
Sus más dulcísimos himnos,
¡Pobre zorzal que venía
A despedir a un amigo!

Era el cantor de las selvas,
La imagen de mi destino,
¡Viajero de los espacios,
Siempre amante y fugitivo!

¡Adiós! parecían decirme
Sus melancólicos trinos;
¡Adiós, hermano en los sueños!
¡Adiós, inocente niño!

¡Yo estaba triste, muy triste!,
El cielo oscuro y sombrío;
Los juncos y las achiras
Se quejaban al oírlo.

Han pasado muchos años
Desde aquel día tristísimo;
¡Muchos sauces han tronchado
Los huracanes bravios!

¡Hoy vuelve el niño, hecho hombre,
No ya contento y tranquilo,
Con arrugas en la frente
Y el cabello emblanquecido!

¡Aquella alma limpia y pura
Como un raudal cristalino
Es una tumba que tiene
La lobreguez del abismo!

Aquel corazón tan noble,
Tan ardoroso y altivo,
Que hallaba el mundo pequeño
A sus gigantes designios;

¡Es hoy un hueco poblado
De sombras que no hacen ruido!
¡Sombras de sueños dispersos,
Como neblina de estío!

¡Ah! Todo está como entonces,
Los sauces, el cielo, el río,
Las olas, hojas de plata
Del árbol del infinito;

Sólo el niño se ha vuelto hombre.
¡Y el hombre tanto ha sufrido
Que apenas trae en el alma
La soledad del vacío!

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